Eran los primeros días de enero de 2000. Por suerte ya se habían terminado los rumores del fin del mundo y la gente volvía a la misma vida rutinaria de antes. Yo tenía 10 años y la mayoría de mis amigos ya estaban de vacaciones por algún lugar de la costa. Me esperaba un enero caluroso y solitario, pero me iba a la pileta del club y los días pasaban mejor.
En uno de esos días le comenté a mi viejo que a veces me aburría toda la tarde en la pileta. Entonces me dijo, “Mañana te compras una revista y te la lees en el club”. Yo esperaba una maquina del tiempo o algo de eso que pasa por la imaginación de un chico de 10 años, pero me conforme con la idea de la revista. Al día siguiente fuimos al kiosco de diarios que queda a la vuelta de casa. Entre tantas cosas no sabía muy bien que elegir. Pero hubo una revista que me llamó la atención. Tenía una pelota de fútbol en el medio, fondo plateado y letras rojas. No lo dude. Parecía una revista del futuro. Cuando llegué al club la hojeé toda la tarde. Estaban los mejores deportistas de la historia. Por ese entonces la mayoría eran desconocidos para mi.
Nunca pensé que esa revista “El Gráfico”, que aún conservo, sería la primera de una colección personal que ya cuenta con más de 400 ejemplares y crece día a día.
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